Nos aceleramos sin motivo. Tenemos la sensación de que una actividad exagerada nos da mayores resultados. Los viajes son rápidos, el enamoramiento es rápido, la cocina es rápida, queremos resultados rápidos. La vida es rápida.

Comer sano. Alcachofas moradas.
Pretendemos que nuestro cuerpo siga la dinámica marcada por la actividad mental pero el cuerpo físico marca otros tiempos: el corazón late a un ritmo pausado, la digestión es larga y la respiración es lenta.
Conclusión: nuestro cuerpo físico y el mental están desconectados. La respiración es el puente que los conecta. Sin una respiración consciente, como dijo uno de mis autores favoritos, solo queda un inhalar y exhalar de protoplasma en una oscuridad donde no llega la luz.
Con mis mejores deseos.