El estrés, el sistema inmune, y la meditación

En una situación de estrés el sistema simpático activa el sistema muscular, acelera el corazón para llevar sangre a las extremidades -se prepara la lucha o la huida-, sube el nivel de azúcar, la respiración sufre alteraciones y se detiene la actividad digestiva porque la sangre que debería estar en el estómago se traslada a las extremidades.

Cuando la situación de alerta acaba se recupera la normalidad. Pero si esto no ocurre, si el sistema nervioso parasimpático no pone freno, la corriente emocional continúa dando paso a la ansiedad.

Padmasana

La ansiedad actúa sobre todo el sistema corporal y afecta especialmente al sistema inmunológico. La linfa forma parte de este sistema y en sus ganglios se crean células -linfocitos- cuya importante función es eliminar bacterias, virus, células anormales… 

Como la linfa se mueve solo en una dirección, necesita la ayuda de la respiración y del trabajo muscular para llevarla desde los extremos del cuerpo al corazón y allí verter los residuos tóxicos que la sangre llevará a su expulsión.

La falta de una respiración regular y profunda, provocada por estados emocionales estresantes, impide el movimiento linfático que a su vez debilita el sistema inmunológico por la acumulación masiva de toxinas. 

Meditar es el arte de detenerse y ser. Desde luego no es un atajo, al contrario, es una camino que requiere voluntad y esfuerzo pero que nos puede sacar de situaciones insostenibles. Pero posiblemente sea el modo más eficaz de conseguir un estado de equilibrio y calma que permita tener bajo control las situaciones de estrés para evitar que se prolonguen y se conviertan en ansiedad.

¿Cómo aprendo a meditar? 

Mi maestro a esto siempre responde: ¿Cómo aprendes  a dormir? Tiene que ver con el hábito de pasar horas de quietud y de silencio sentado en asana de meditación. De dejarte llevar sin forzar nada; ni siquiera hay que forzar el no pensar. 

Estamos formados por átomos y la energía los mantiene en estado de cohesión -algo así como unidos, pero sin necesidad de tocarse-. La meditación te sumerge en un estado que aumenta esta energía interna y provoca cambios en los circuitos cerebrales y en todo el organismo. Este estado de equilibrio reduce el estrés biológico que se produce a escala molecular -es ese estrés que no percibes y que está absolutamente fuera de tu consciencia-.

Busca la hora en la que te sientes más cómodo y procura meditar siempre a la misma hora.

Busca un rincón tranquilo y oscuro dedicado única y exclusivamente a la meditación.

Enciende incienso cuando no estás meditando para limpiar el espacio.

Es imprescindible mantener la asana con la columna estirada y la barbilla recogida en absoluta inmovilidad. Solo cuentan los minutos en los que has permanecido completamente inmóvil.

Las dificultades surgirán durante meses, puede que durante años. Las piernas se duermen. La mente tiene vida propia y no deja de pensar. La columna pesa y duele en el intento de mantenerla recta. Aquí es donde se expresa el trabajo previo de las asanas que permite mantener la asana inmóvil, al menos durante 10´ al principio. No hablo de estar sentado diez minutos, hablo de estar absolutamente inmóvil diez minutos.

Haz un cambio de hábitos, aprende técnicas respiratorias con el pranayama y entonces todo será un poco más fácil en la meditación. Tomar la decisión de vivir una vida feliz y sin miedos es la más importante que harás en tu vida.

Con mis mejores deseos.

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