Desde la calle miraba los cristales de aquellas enormes y selladas ventanas. Parecían una gran pecera y sus habitantes pequeños peces de colores que con sus camisetas llamativas corrían sobre las cintas de unas máquinas estáticas en un ambiente artificial y cerrado.
Sus habitantes con los cascos puestos, ya a primera hora de la mañana, llenaban sus cabezas de imágenes y sonidos que salían sin pausa de una pantalla de televisión que colgada en la pared presidía la sala.
Eran las 07:00. El sol aún flojo impedía a los árboles extenderse en sus sombras. El tráfico todavía no absorbía el aire de la mañana. Y aún no apetecía pensar en nada.

Sin embargo, el objetivo centrado en el esfuerzo muscular -muy valorado a nivel de imagen-, y cardiovascular -muy valorado a nivel de salud por la creencia de que llevar al corazón al límite lo es todo- impedía a la gente detenerse a valorar la calidad del aire que se inhalaba en aquel circuito cerrado.
Sí ya vivimos encerrados en oficinas, en pisos tan altos que desafían la ley de la gravedad, en largos viajes transoceánicos, en centros comerciales … ¿Por qué motivo negar también a nuestros pulmones el aire puro mientras están sometidos a un esfuerzo?
La realidad es esta: los músculos consumen el oxígeno que les llega con la sangre. Cuando más oxigenada está la sangre mayor rendimiento, pero, el rendimiento disminuye cuando el corazón deja de bombear sangre oxigenada.
Cuando hacemos ejercicio aumenta el metabolismo y por eso hay mayor demanda de oxígeno. Oxígeno de verdad, natural y puro, no del que viaja por un circuito cerrado.
Y la buena noticia es que respirar aire puro aún es gratis, y que va cargado de prana -para el Yoga es energía vital que no es oxígeno ni es hidrógeno, que está en el aire y no es aire y que es absolutamente necesario para nuestra salud física y mental- imposible de recrear artificialmente.
Hacer ejercicio es apartarse del ruido. Es el momento de desintoxicarse de los pensamientos. Es el momento de abrir un diálogo entre el cuerpo y la mente para que todo funcione correctamente, como una orquesta en la que los músicos se mueven bajo la dirección del maestro – cerebro-. Es el momento en el que el aire penetra en el lugar más recóndito del cuerpo humano.
Nacemos con una respiración, morimos por falta de ella y entre lo uno y lo otro vivimos igual que respiramos -de ella depende al 85% nuestra calidad de vida-.
Con mis mejores deseos.
Debe estar conectado para enviar un comentario.